La asimilación del concepto materialista de patrimonio convierte a determinados bienes en referentes fundacionales de una cultura, aunque quienes los crearon no sean los que disfruten, pero la transformación del urbanismo es una realidad mucho más inmaterial y azarosa que la limitada planificación de infraestructuras.
“La ciudad se va gastando, engastando en la historia, incluso eligiendo silenciosamente sus propios centros preferenciales de exposición” (H. Gancinni).
No obstante la arquitectura, al igual que la historia, tiende a escribirse con letra capital, aunque todos sepamos que lo más interesante, lo que mueve el mundo, transcurre entre un hito y otro, y además, no deja grandes marcas.
La arquitectura aspira a instalarse, a inmortalizar el momento, a referenciar, incluso partiendo de principios tan condicionales como la flexibilidad, la transversalidad y la simultaneidad; incluso como en pleno renacimiento nómada, la espontaneidad está proyectada arquitectónicamente.
Cuando la Fondazione Prada encarga a Rem Koolhaas el diseño de un nuevo centro actividades culturales, en el que coexistan interactivamente bajo un mismo techo cuatro disciplinas (arte, arquitectura, cine y moda) con lenguajes distintos y características específicas de exhibición, probablemente no imaginaron que el espacio acabaría siendo una enorme estructura tetraédrica rotativa móvil, que desde 2009, ocupa una explanada junto al palacio de Gyeonghui, en plena zona histórica de Seúl.
Koolhaas relativizaba así, de una estocada, cuatro ideas: la asociación indisoluble entre espacio-memoria, la separación de las disciplinas artísticas, la hegemonía cultural de Beijing, y la vulgar noción de techo.
Prada Transformer es tan flexible y poliédrico como el perfil de la firma milanesa, que además de representar un hito en la industria de la moda, realiza multitud de actividades de responsabilidad social enfocadas a la interdisciplinariedad: investigación, experimentación y difusión artística, y en distintas ciudades del mundo. Para el matrimonio formado por Miuccia Prada y Patrizio Bertelli, esta dinámica interactiva es tan grata como necesaria, tan científica como social.
Cada fachada del pabellón, es una envoltura traslúcida con perfil geométrico básico que alude a un programa de actividades determinado; en el interior, la estructura reticular de acero permite dividir y flexibilizar el espacio hasta límites insospechados. Móvil, interdisciplinar y rotativo, todos los elementos en un mismo espacio, en distintos lugares, con público diverso, y mecánica concreta.
La obra de OMA/Rem Koolhaas supera la fiebre de los pavilions, gracias a una mentalidad que relativiza toda acción teórica y simbólica de la arquitectura; ni efímera ni infinita, ni espontánea ni icónica, Prada Transformer es un innovador espacio móvil, destinado a resolver de un modo coherente los objetivos planteados en un mundo de estrategias interactivas, de acciones relacionales y reajustes constantes de significados.